miércoles, 23 de enero de 2008

El hombre volador (la imperiosa necesidad de aprender a volar)


Bueno, lo que van a leer a continuación es uno de los trabajos que hice durante el año en mis clases de guión. Este pequeño relato surge a partir de una "imagen generadora", que es algo que vemos en vivo y en directo que nos inspira como para crear cualquier tipo de hisoria. Yesta se me ocurrió estando en la escuela mientras miraba por la ventana a un hombre que , estando parada en algún tipo de plataforma, arreglaba algo del techo. Desde mi perspectiva parecía que el hombre estaba flotando ya que no veía la platafroma que lo sostenía. bueno aqúí viene:


EL HOMBRE VOLADOR


Yo, estando sentada en el primer pupitre de la fila del mediodel aula más chica, luminosa y perfecta de todo el colegio, descubrí al hombre volador, flotante e impactante. Nadie lo miraba, sólo yo me percaté de su fascinante figura suspendida en los cielos. Quizá fui la únicaque lo notó porque dentro de mí exsistía un profundo y frustrado deseo de aprender a volar, evadir la realidad de este mundo tan trivial y monótono en el que me tocó vivir.


Mis ojos, siempre apuntando hacia la ventan. Mis oídos, escuchando discursos vacíos,aplaudidos por manos autómatas e idiotas. Mi cabeza, siempre en otra parte, distante y ajena de lo cotidiano de la vida.


Me quedé un largo rato ensimismada, sumergida en mis pensamientos multicolor, deseando escapar y sentir por fin la fina y penetrante brisa de la primavera. Pero comprobé que mis pies seguían firmemente en la tierra, como si las raíces de un imponente roble me estuvieran sujetando sin dejarme tomar vuelo y elevarme.


Luego volví a mirar hacia la ventana. El hombre ya no estaba. Lo que sentí en ese instante fue una infima angustia indiferente. Es la angustia de la desilusión permanente, no te sorprende que las esperanzas de quiebren cuando lo hacen tan a menudo.


Al bajar al recreo, vi al hombre "volador" en el patio de la escuela, pero esta vez ya no volaba sino que se desplazaba en el suelo como un simple humano normal. Derepente me invadió el inevitable impulso de dirigirle la palabra y pedirle que me enseñara a volar. Con tan sólo dar tres pasos más como humano no-volador, podría acercarme lo suficienta como para preguntarle a aquel hombre todo acerca del arte de volar, pero la suerte jugó en mi contra, y la campana sonó debiendo yo volver al aula.


Quería abandonar ese ambiente estructurado y banal que irremediablemente me había sido asignado en la vida. quería ser libre y escapar, volando. Luego, miré a mi alrededor, todo se escapada. El suelo se alejaba. Hundida como estaba en mi imaginación, descubrí que no necesitaba aprender a volar, pues ya lo había estado haciendo hace rato...